El extraño caso del doctor OnePlus y el señor Invitación

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Vamos a empezar este artículo suponiendo que todos conocemos tanto al doctor Jekyll como al señor Hyde, dos caras de la misma persona que sufre un trastorno de personalidad y que se ha mitificado con el tiempo, convirtiendo a Hyde en un monstruo que aparece en momentos de tensión para desatar el lado animal de Jekyll. Una versión de Bruce Banner y Hulk pero recorriendo los tejados de Londres y no los pasillos del Triskelion. Si me permitís la licencia Marvel, claro. En el mercado tecnológico tenemos la sensación de estar ante uno de esos casos de personalidad múltiple aunque tiene su explicación, o quiero pensar que la tiene y la conozco. El caso de OnePlus, de su One, y de su extravagante sistema de invitaciones. Un sistema que acaba de dar un giro dramático, o tal vez deberíamos decir que cómico.

El extraño caso del doctor OnePlus y el señor Invitación

No vamos a entrar de nuevo en detalles sobre el OnePlus One porque ya lo hemos hecho demasiadas veces. Baste resumirlo en que se trata de un terminal de plata a precio de cobre y con un sistema de compra que es un cuello de botella. Las invitaciones, las malditas invitaciones. Desde un principio ha parecido una treta de marketing para hacerlo más interesante, más atractivo. La exclusividad es un arma poderosa si sabe usarse pero también puede volverse contra uno si no se agarra por la empuñadura. En ocasiones daba la sensación de que se trataba de problemas de producción e incluso cuando se decidía abrir la ventana para dejar entrar los pedidos sin limitación, las esperas eran prolongadas. El stock, insuficiente. La invitación, una forma de controlarlo.

Como decía, el asunto de las invitaciones ha sido atractivo desde un comienzo pero ha ido perdiendo fuerza. Nadie espera meses para comprarse un smartphone, salvo en casos contados, y si no permites que el usuario acceda a tu terminal acabará comprando otro. El hype se diluía y con él las ventas del smartphone que, sin embargo, no ha dejado malas cifras. Ahora, pasado más de medio año desde su boom se decide levantar la barrera pero, curiosamente, tenemos nuevas limitaciones. Si quieres un OnePlus One sin invitación tendrás que comprarlo el martes, de lo contrario necesitarás pase pero ¿qué sentido tiene entonces el pase?

El extraño caso del doctor OnePlus y el señor Invitación

Hyde, el señor Invitación, ha empezado a recular y a dejar que el doctor Jekyll tome más protagonismo pero le ata corto la correa. Quien haya comprado alguna vez un OnePlus One sabe que los chinos acumulan los pedidos durante toda la semana y realizan el envío los viernes, recibiéndose en destino el lunes. Tiene por tanto sentido que una vez finalizados los envíos quieran acumular los pedidos a principios de semana, con tiempo suficiente para agrupar en el almacén y llamar a los del transporte. El giro final es que esa solución no es menos graciosa que lógica. Arriesgada. Lo decíamos antes, ¿quién quiere ahora una invitación? Como quien toma una terrible decisión en los negocios, las acciones de OnePlus acaban de convertirse en bonos basura. Durante un tiempo cotizaron al alza, después se frenó el ímpetu y ahora sencillamente no valen nada. No quiero tu invitación ni tu gratitud el jueves pues el martes dependo de mí mismo.

Hyde deja salir a Jekyll a dar una vuelta cada martes y no hace sino dejarle en evidencia. Si ya no hay problemas de stock y los pedidos se servirán en la misma semana, ¿por qué abrir los pedidos solo un día y no todos los demás? Extraño mundo el del marketing, qué fácil es cometer un error y que tu imagen acabe dañada. Ojo, no digo con esto que el OnePlus One sea un mal smartphone, lo tuve y opino, como mi compañero Iván, totalmente lo contrario. Pero su proceso de venta parece gestionado por un mono con dos pistolas. Un mono esquizofrénico, para dar algo más de dramatismo a la trama. Nunca sabes si se disparará en su propio pie o si lo hará en el tuyo.

En mi opinión, el mono va camino de urgencias.

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